En el Montseny, cuando el cielo se tapa y el viento mueve los castaños, el pueblo recuerda una historia dura. Les Bruixes de Viladrau y su juicio de brujería marcaron esta zona para siempre. A comienzos del siglo XVII, Viladrau vivió sus noches más oscuras.

Cuentan que en Difuntos de 1617 cayó una tormenta enorme. Los ríos se desbordaron, los puentes de piedra cayeron, las cosechas se perdieron. Esa misma noche, algunos vieron hogueras cerca de Sant Segimon, en lo alto del Matagalls. Al día siguiente, dijeron haber visto dos mujeres bajando por el sendero, como salidas de la penumbra. La palabra corrió sola: brujas. Y arrancó la caza.

El origen del juicio: hambre y miedo

Aquellos años fueron malos: hambre, lluvias raras, enfermedades y bandoleros en los caminos. En los pueblos de montaña, el miedo creció. La superstición también. El Montseny ya tenía fama de hechicerías. El refrán lo decía: “de Arbúcies a Sant Hilari, dotze cases i tretze bruixes”. Con ese ambiente, cualquier desgracia buscaba un culpable. Y el dedo apuntó a mujeres pobres, viudas, curanderas o forasteras sin protección.

Qué pasó en Viladrau (1618–1622)

En un pueblo pequeño, catorce mujeres fueron detenidas, interrogadas y ejecutadas por brujería. No fue la Inquisición. Fueron tribunales civiles. Bastaba una denuncia para encender la mecha y el pánico se extendió por Osona y otros pueblos.

¿De qué las acusaban? De maleficios. Enfermar a niños. Matar ganado. Desatar tormentas. Echar “mal de ojo”. Llegaron las torturas para sacar confesiones. Aparecieron relatos de aquelarres en la sierra, ungüentos para “volar” y pactos con el diablo. Se habló de noches en Sant Segimon, del Puig de les Formigues o de fuentes escondidas en el bosque. Con el miedo desatado, todo valía como prueba.

Las sentencias llegaron. En Cataluña el final no era la hoguera: era la horca. En Viladrau fueron catorce. La plaza del pueblo vio los cadalsos. Fue un golpe para todos: familias rotas, casas vacías, un silencio que quedó muchos años.

Leyenda y noche en el Montseny

Junto a los hechos crecieron los cuentos. Reuniones a la luz de la luna. Bailes en círculo. Luces en la montaña. Conjuros murmurados. Se decía que algunas mujeres usaban hierbas fuertes, belladona o estramonio, para hacer ungüentos y “volar” por la chimenea hacia la reunión. Hoy sabemos que muchas de aquellas “brujas” eran mujeres señaladas por ser distintas. El miedo y las rencillas entre vecinos hicieron el resto.

La huella hoy

Con los años, Viladrau ha querido recordarlas con respeto. En 2022, Cataluña rehabilitó de forma simbólica a las víctimas de los juicios de brujería. Y desde 1997, cada víspera de Tots Sants, el pueblo celebra el Ball de Bruixes: música, fuego y teatro en la plaza. No es para asustar; es para no olvidar. Varias calles llevan ya sus nombres.

Si vas, pásate por la Font de les Bruixes, sube hacia Sant Segimon y camina los senderos del Matagalls. También hay centros y rutas que cuentan lo ocurrido. El paisaje ayuda a entender por qué esta historia caló tan hondo en el Montseny.

Info: 28è Ball de Bruixes de Viladrau | Ajuntament de Viladrau
Programa: Programa CapSetmana Bruixes 2025_WEB

Memoria y misterio

La historia de las Brujas de Viladrau no es solo un cuento. Es memoria. Habla de hambre, de miedo y de culpas mal puestas. También habla de cómo un pueblo convierte el dolor en recuerdo. Cuando el viento baja por la sierra y la noche está quieta, algunos aún dicen que se oyen susurros. Quizá sea la montaña. O quizá sea la lección de aquel tiempo: no volver a señalar a quien es diferente.

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